La mujer del animal

La mujer del animal

“La mujer del animal”. Víctor Gaviria, 2016

Entrar al universo fílmico de Gaviria es, antes que nada, ingresar a muchas y diversas lecturas e interpretaciones de los infinitos aspectos de índole social, cultural y político que escenifica al enfocarse en el microcosmos de la extrema pobreza de una opulenta ciudad, cuya riqueza condena a que cientos de miles vivan en esa situación de miseria. Es la especial particularidad que ofrecen las comunas de Medellín a alguien que ya las conoce, las ha recorrido y las ha llevado a la pantalla grande, quien vuelve de nuevo para presentar muy visualmente ese mundo desconocido, duro y sufrido que tiene el colectivo de la periferia de todas las grandes ciudades tercermundistas. A nivel individual, permite que aparezcan figuras extremas de machismo exacerbado y sociopatía como el del protagonista y su contraparte, en cuanto sumisión, sometimiento y resignación de la figura femenina.

Entrar a su universo fílmico es, también, asistir al especial tratamiento cinematográfico que lo caracteriza, pero esta vez más consumado, con toda su experiencia, es decir, la mirada del veterano y su capacidad en materia de imagen fílmica, la esencia del cine. Así buena parte del relato descansa en saber narrar con imágenes muchos momentos con gran economía de palabras, innecesarias ante la gran capacidad descriptiva que posee la imagen por sí misma, logrando que la tragedia que representa tenga la fuerza e intensidad que transmite, porque en cine el drama es visual, no es sólo a través del guión y lo que va a narrar, no es sólo el realismo de la puesta en escena, sino antes que nada las imágenes captadas, los planos y enfoques, las panorámicas y los encuadres, lo que hace que sea tan impresionante este calvario relatado, como la fuerza y dureza que Gaviria entrega en este film.

El realismo de las películas de Gaviria en las comunas de Medellín tienen esa singularidad, pues partiendo de los hechos sucedidos en dicho ámbito, se convierte a su vez en el sitio de la puesta en escena para la ficción que rueda con actores naturales del medio; a través de muchos planos y enfoques, muy bien estudiados por cierto, logra ese espacio cinematográfico único para entregar, como en esta ocasión, la vida de un personaje siniestro y maléfico que se ensaña contra una mujer y contra una población que aterroriza y domina. Con “La mujer del animal” su director entrega una especial realización que obliga a mirar muchos aspectos sociales, culturales y políticos del país a través de toda una brillante cátedra de cinematografía y de talento para saber narrar con imágenes un drama en extremo.

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