La señorita Julia

La señorita Julia

“La señorita Julia” (Miss Julie). Liv Ullmann, 2015

Cada vez que Liv Ullmann dirige una película (con esta son cinco), la referencia inmediata es con el maestro Ingmar Bergman, con aquel cine tan especial que entregó este realizador sueco y que dejó tantos e inolvidables films, muchos de ellos pertenecientes a los clásicos, tiempo ha, del cine universal. Es una inevitable asociación que siempre estará presente con ella. Ella su gran actriz, su mujer por algún tiempo, ahora su aventajada alumna en materia fílmica. Es de cierta manera evocación y nostalgia con el cine del talentoso director, con la notoria influencia en su actriz preferida, ahora detrás de cámaras y con un estilo más definido, más propio que se ha ido concretando a través de las películas que ha realizado y que se puede apreciar en esta su última obra.

En esta ocasión partiendo de la conocida obra teatral “La señorita Julia” de August Strindberg, que a nivel temático le permite a la directora hablar de sexo, Iglesia y pecado mortal. Eran otras épocas en que la religión exigía la muerte misma como expiación de aquel horrendo pecado. Un tema que conserva gran actualidad, que se mantiene con más fuerza de lo que se puede aceptar esta conexión de sexo igual a pecado, aunque ya nadie quiera suicidarse por este “pecado”, el sentido que implica un trasfondo religioso de lo prohibido y pecaminoso aún se mantiene. Resaltando que todavía el sexo se encuentra sometido a muchos tabúes, mitos y en relación directa con la religión que lo condena y prohíbe, en esta actual sociedad, supuestamente permisiva, liberal y moderna.

Liv Ullmann opta por una primera secuencia completamente visual, sin diálogos, toda una diletancia, en que como ya se indicó, se aprecia la influencia de su maestro, pero también el toque muy definido de ella. Una introducción fílmica muy original, que es uno de las contribuciones de la directora a la obra de teatro que comienza luego de este bien logrado preludio. En ese aporte fílmico de la directora a la adaptación literaria es que se desarrolla la obra de Strindberg y lo que conserva de contemporáneo este dramaturgo de finales del siglo XIX. Además del tema de la religión y el sexo, el otro aspecto muy ligado a éste, es el de la división social de clases y su justificación misma hecha por la fiel cocinera, convicción ideológica para poder mantener una conducta y comportamiento aparentemente naturales. El planteamiento sobre la sumisión y su diferencia cuando se manifiesta en servidumbre o en servilismo es el otro eje temático de esta pieza teatral, que por ello mismo mantiene su vigencia y actualidad.

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